Resumen de la presentación de Ladrones de Atlántida organizada en la Librería Anaquel de Córdoba el jueves 20 de octubre de 2005.
Intervino como presentador el doctor Ángel Estévez Molinero,
crítico literario y profesor de Literatura Española en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Córdoba


Librería Anaquel

Librería Anaquel

Desde la primera vez que llamé a la Librería Anaquel a mediados de junio, Paco Liso se ofreció solícito a organizar conmigo la presentación del libro en su establecimiento. Además, conocía el título, porque lo había recibido en mayo como novedad. Este gesto definía su precisión al frente de sus responsabilidades como librero, atento a los títulos que llegaban a sus estantes. La persona que me había hablado de su librería, había acertado al recomendarme que me pusiera en contacto con él. Paco es un hombre delgado, lleno de inquietudes, y extremadamente trabajador que vive con la pasión de los libros como norma y entregado a su librería y sus clientes. Y, sin duda, su librería no aparece mencionada suficientes veces en los medios, teniendo en cuenta todo lo que hace por promover la cultura en Córdoba. Era inevitable que surgiera entre nosotros una amistad. De hecho, como pretexto para volver a vernos, le dejé encargada la búsqueda de los dos libros con los que el crítico compararía esa tarde mi novela.

D. Ángel Estévez Molinero, el presentador que me consiguió Paco Liso, es una eminencia en Córdoba y fuera de ella. No sólo realiza críticas muy constructivas a los autores que acepta presentar a petición de su amigo Paco y es docente en la universidad, sino que además es un verdadero investigador de la lengua, como lo demuestran sus múltiples trabajos, algunos de los cuales se pueden consultar buscando su nombre en internet.

Aquella tarde resultó una de las más interesantes de mi vida como escritor y por ello quiero felicitar y agradecer desde aquí a Paco Liso su gran entusiasmo y su generosa entrega al acto y a mi libro. Sentados a una mesa, mientras llovía fuera, tras el escaparate, Ángel Estévez comenzó a contarme detalladamente todo lo que había visto en mi obra y en el estilo que había empleado para narrarla. De manera que recibí gratuitamente el mejor taller de escritura, realizado sobre mi propia novela, y de parte de un experto crítico literario que además resultó ser una de las más excelsas personas que he conocido. Me prometió haber sido sincero en su crítica, así que puedo decir que, según me comentó, sin ser una novela redonda (como él dijo, afirmar esto sí que hubiera sido extraño y engañoso), ha sido una de las operas primas mejor elaboradas que ha leído. Y ha leído muchas (entre otras, mencionó alguna obra de Manuel Pimentel). Alabó que con mi libro defendiera el género de aventuras al estilo clásico, que para nada es un género menor, y me identificó perfectamente con los autores que yo siempre había leído: Haggard, Verne, Salgari, etc. Confirmó también que por la estructura de mi narración le recordé al novelista y ensayista argentino Ernesto Sábato, Premio Cervantes en 1984, tan científico como yo por sus estudios (estudió Física y Matemáticas en la Universidad de la Plata), y por el final de la obra al mexicano Carlos Fuentes, Premio Cervantes en 1987. De manera que me comparó con verdaderos genios de la literatura.

La novela de Ernesto Sábato que Ángel Estévez contejó con la mía fue El túnel (1948), fruto de la desconfianza de Sábato en la ciencia, que le llevó a investigar sobre las posibilidades que ofrecería la literatura para analizar problemas existenciales. El narrador describe una historia de amor y muerte en la que muestra la soledad del individuo contemporáneo. A Sábato le interesa reflexionar sobre la locura, comprender el motivo por el cual el protagonista mata a la mujer que ama y que es su única vía de salvación. La obra tuvo una gran aceptación y sirvió para calificar a su autor como una inquietante y original personalidad literaria. La estructura de esta novela es la propia de la novela contemporánea y se presenta de forma ordenada y clara, logrando la encarnación física de ideas metafísicas. Por su parte, Ladrones de Atlántida queda dividida en tres partes cuyos títulos ("Encuentros", "La cacería" y "El advenimiento") identifican perfectamente lo que ocurre en cada una de ellas. Ángel Estévez suponía que las similitudes podían deberse precisamente a la preparación académica que tenemos en común.

El profesor Estévez trajo también a colación La cabeza de la hidra, publicada en 1978, en la que Carlos Fuentes redacta una novela policíaca con un tema histórico mexicano. La recordó por el epílogo de Ladrones de Atlántida, en el que, de forma horizontal, se relata la diáspora de una civilización.

De hecho, el presentador habló unos instantes de cada parte de que consta la novela, profundizando en los aspectos que las caracterizan. Así, en el prólogo se utiliza una técnica clásica que ya empleaban los griegos, consistente en adelantar el momento de la narración en que se produce el culmen de la historia. En Ladrones de Atlántida, la acción del prólogo quedaría encajada entre el primer y el segundo capítulo de la tercera parte y, además, se resalta la existencia de una gema mítica que, en realidad, constituye el núcleo de la trama. A continuación, empezando la primera parte, el narrador vuelve hacia atrás en el tiempo, retrocede para explicar cómo se ha llegado al robo que se describe al inicio, justificando el título de la novela.

De la primera parte destacó la simultaneidad simétrica entre los personajes, otro recurso clásico. Las experiencias de Weni y Kadham se cuentan paralelamente, haciendo coincidir sus altibajos hasta que, finalmente, se encuentran. Ángel Estévez revivió escenas de la película Los cañones de Navarone cuando las embarcaciones egipcias entraban en los canales protegidos de la ciudad atlante más importante.

De hecho, destacó la capacidad para plasmar con plasticidad cada pasaje, logrando auténticas escenas cinematográficas que permitirían llevar la obra al cine perfectamente, sin apenas retocar diálogos, mediante el guión que sugieren las descripciones que hace el narrador. La descripción de flora y fauna en la segunda parte centran la atención del lector, sumergiéndole en los paisajes. Las andanzas sobre el bajel de la Pantera del Mar también le trajeron imágenes de Capitanes intrépidos. En la tercera parte, acudieron a su mente la batalla de Pearl Harbor y las apariciones de Encuentros en la tercera fase. Estévez concluyó calificando Ladrones de Atlántida como una novela didáctica.

Con Paco Liso

El autor con Paco Liso

Al día siguiente, mi rostro en los periódicos principales, algo que se repetiría más tarde en Granada y Jaén y que a todos los involucrados complace.

José Angel Muriel, 21 de octubre de 2005