Discurso pronunciado por José Ángel Muriel González en la presentación de La sombra del Faraón,
celebrada en FNAC Sevilla, el viernes 28 de enero de 2010.


Con las siguientes palabras introduje a Santiago Morata, amigo escritor, en la presentación de su novela La sombra del Faraón en Sevilla, que se desarrolló en FNAC:

La sombra del Faraón es una prueba más de que en España se hace auténtica novela histórica y de calidad, en particular, además, sobre el antiguo Egipto. No hay que recurrir necesariamente al mercado extranjero para disfrutar con lecturas de este tipo.

Sin embargo, he dicho que esta novela es una prueba más. ¿Qué tiene de peculiar esta obra para atraer al público, para que merezca no solo ser leída –yo creo que cualquier libro merece ser leído o al menos empezado a leer, nos guste o no-, sino también ser disfrutada?

Para empezar está su autor, un joven zaragozano que estudió Turismo y actualmente trabaja en comercio exterior. Le encanta viajar, además de pintar y escribir. Su primera obra, ambientada en la Edad Media, fue Milenio de pasión y versa acerca del Grial.

Santi y yo nos conocimos a través del foro de literatura abretelibro.com. En algún momento intercambiamos nuestras primeras novelas. Aún recuerdo con placer sus comentarios acerca de Ladrones de Atlántida. Gracias a esas conversaciones por correo electrónico sé fehacientemente lo bien y profundamente que Santi se documenta para escribir. Es algo que compruebas con satisfacción al leer sus textos.

Independientemente de su buen hacer literario, al que ahora nos referiremos, solo puedo hablar bien de Santiago Morata. En nuestros escasos encuentros he atisbado una excelente persona detrás de la faceta del escritor. Es humilde y generoso, siempre dispuesto a colaborar o ayudar a los demás.

He leído bastantes novelas basadas en el antiguo Egipto, aunque estoy seguro de que me faltan por conocer muchas de las obras que se consideran hoy clásicas. A Santi lo tengo que comparar con Terenci Moix. Sus estilos son diferentes, pero, cuando estás leyendo La sombra del Faraón, es inevitable recordar El amargo don de la belleza, por ejemplo. Sin embargo, sin desmerecer al admirable Terenci, Santi consigue ser más cercano, más ágil. Te deslizas por las líneas de cada página, deseando seguir avanzando. Tal vez se deba a lo que él mismo reconoce en el epílogo del libro, justo al final. Dice así: “El lenguaje es moderno, porque, humildemente, no puedo aspirar a reconstruir un lenguaje antiguo, y porque espero haga la historia más comprensible y atractiva.

Pi, el protagonista del libro que estamos presentando, se desplaza por las Dos Tierras, pero no es tan viajero como Sinuhé, el personaje concebido por Mika Waltari en las célebres aventuras de Sinuhé el egipcio. No obstante, como la historia se narra en primera persona, también te hace rememorar pasajes de esa novela. Cuando un libro consigue que pasees por los buenos recuerdos que te dejaron otras lecturas, ocurren dos cosas:

Primero, irremediablemente ese libro también quedará grabado en tu memoria.

Segundo, tiene que ser muy bueno, porque en general suele pasar que, durante la lectura, los buenos pasajes atraen buenos recuerdos y los malos pasajes, malos recuerdos.

Pi vive en la época de Akhenatón y su hijo Tutankhamón. Naturalmente, la ambientación histórica contribuye en gran medida a que el lector encuentre similitudes o parentescos con otras novelas. Existe abundante bibliografía de ficción sobre Egipto. Con frecuencia se centra en la época de Akhenatón. A mí personalmente esta singularidad histórica no me parecía tan interesante, aunque ciertamente lo sea, hasta que leí la novela de Santiago Morata. Lo que quiero decir es que hubo varios milenios de civilización egipcia, con dinastías y reinados igualmente importantes o incluso más relevantes. Sin embargo, casi todas las novelas más reconocidas tratan de Akhenatón y Ramsés II. Santi aporta algo nuevo y diferente. Esto es lo que, desde la primera línea, resulta atractivo para el lector. Es el punto de vista que da de los hechos históricos que la ciencia no termina de aclarar y que expone de forma tan realista que te lo llegas a creer.

Cualquier cosa que se escriba en particular sobre la época de Akhenatón es, al mismo tiempo, arriesgada y acertada. El reinado de Akhenatón y quienes le rodearon ha resultado controvertido entre los estudiosos y, por consecuencia, entre los literatos aficionados a la egiptología. Posiblemente haya etapas de la Historia tan confusas como el periodo de Akhenatón y sus sucesores, pero esta resulta especialmente llamativa a ojos de todos, seguramente por el componente religioso, ya que en realidad Akhenatón se convirtió en un hereje al adoptar un culto monoteísta y adorar a un único dios, Atón. Por alguna razón, los autores que emprenden la escritura de una historia sobre Akhenatón y su época se enfrentan a un verdadero reto, pues se obstinan en plantear una hipótesis para intentar explicar lo que pudo haber sucedido y resolver lo que los arqueólogos no han podido aclarar aún.

Las conjeturas de Santi en La sombra del Faraón resultan mucho más verosímiles de lo que estamos acostumbrados cuando leemos novela histórica. Y lo consigue sin traspasar el pesado manto de la novela destinada a la mera divulgación. La sombra del Faraón es una novela en toda regla, que entretiene y enseña. Maneja los detalles de la historia que creemos conocer, a través de los estudios expertos, y los mezcla con paciencia y sabiduría para dar forma a los acontecimientos, haciendo creíble lo que el lector percibe.

Para colmo está el giro que da al personaje de Tutankhamón, A Tutankhamón lo tenemos casi idolatrado, gracias a su magnífica tumba hallada en 1924, prácticamente intacta y repleta de joyas y oro. A menudo se ha querido ver que era un pobre jovencito que gobernó con debilidad y que fue sacado del poder a la fuerza. Santi lo pinta como un tipo un poco indeseable, un niño mal criado que se convierte en Faraón.

Pero tengo que destacar lo que personalmente me ha hecho disfrutar más del libro. Es esa sensación que logra transmitir de que te encuentras en Egipto, de la mano de los personajes, viviendo en sus casas, en sus palacios, en sus tierras, comiendo lo que ellos comen, bebiendo lo que ellos beben, viendo, en definitiva, lo que ellos ven. Los personajes hablan de ellos, de sus relaciones, de lo que les rodea. Es un mundo tan parecido al nuestro… Esto es fundamental para construir el universo de la novela y hacer que el lector se sienta cómodo. Pero, al mismo tiempo, permite a alguien como yo, que además de leer analiza, quizá por deformación profesional de escritor, pasárselo bien intentando desfragmentar el universo ficticio que ha concebido el autor para distinguir los detalles más realistas de los aspectos tomados de otro sitio, tal vez incluso anacrónico. Es divertido porque, como sé por actuar de igual manera cuando me documento y escribo, si se escribe bien, resulta casi imposible separar realidad de ficción. En conclusión, en ese sentido, Santi es un gran escritor.

Es de agradecer que la mayoría de los escritores coincidamos en desear, al conseguir publicar nuestras historias, que el lector se entretenga. Pues, como afirma Santi en las últimas líneas, “espero que se haya entretenido, pues éste y no otro es el propósito de esta novela, tanto como yo he gozado escribiéndola”. Gracias por lograrlo, Santi.

José Ángel Muriel, 28 de enero de 2010


Presentación de La sombra del Faraón

Momento durante el discurso