Discurso pronunciado por la escritora Mª del Águila Boge, de Alcalá de Guadaira,
durante la presentación de
Ladrones de Atlántida
celebrada en la sede de la institución literaria Noches del Baratillo el miércoles 21 de noviembre de 2007.
Este fue el discurso pronunciado por mi amiga Mª del Águila después de que el presidente
de la institución que nos acogía esa tarde nos presentara ante el público:
Que la obra de un joven escritor sevillano, José Ángel Muriel, haya sido reeditada
en sólo dos años, es algo que no nos puede pasar desapercibido. Por su atractivo título y sugerente portada, una
de las pirámides del Mayab mejor conservada, la de Chichén Itza, a la que, entre otras, subí escalón a escalón
con un calor de purgatorio, hace unos años. Yo ya había leído el libro cuando se presentó en la Casa de la Cultura
de Alcalá de Guadaíra, donde nos conocimos.
Es una novela didáctica, basada tanto en la imaginación matemática del autor, como en la historia y la
literatura de las primeras civilizaciones de la humanidad. Partiendo de la Atlántida de Platón y las culturas
egipcia, mesopotámica, egea y griega, nos sumerge en un mundo primigenio de flora y fauna, así como en la
relación filológica de los idiomas. La claridad expositiva de las difíciles descripciones, en una narrativa
impecable, cautivan la atención del lector, metiéndonos fácilmente en el tiempo y el espacio del relato.
Estamos en Kemet, el país del Nilo que los griegos denominarían Egipto para la eternidad, al
principio del tercer milenio antes de nuestra Era, en la Edad de los metales y de las primeras pirámides.
A las tierras de Aztlan, una isla situada hacia occidente, cuya configuración, en la última página, evoca
la Gran Canaria, llegan unos navegantes egipcios, al mando del mítico Imhotep acompañado de un grupo de
gente de la Casta Azul, supuestamente provenientes de la estrella Sirio, dotados de poderes sobrenaturales.
En esa adelantada civilización encuentran ecos de la propia, tanto en la nomenclatura idiomática como en
la avanzada tecnología. Naturalmente, nativos y advenedizos llegan a la guerra de conquista.
Es entonces cuando ocurre el gran cataclismo, y la isla es fagocitada por el océano. Los supervivientes
del desastre más grande ocurrido en la corta vida de los humanos de entonces, se desperdigan, hacia Egipto y
el Egeo por oriente, en occidente hacia las costas del Yucatán. Encontramos el lago sagrado Atitlan en Guatemala,
y la pirámide observatorio astronómico de El Caracol en el complejo de Chichén Itza.
El parecido de Meso América con su cultura maya, y la gran civilizacion Inca en América del sur,
procedentes de la Atlántida, con sus pirámides y sus matrimonios reales endogámicos, es innegablemente de
tradición egipcia.
Y para que esta síntesis de Ladrones de Atlántida no interfiera en la interpretación que cada
uno de ustedes pueda darle, os dejo con su creador, José Ángel Muriel González.
Mª del Águila Boge, 21 de noviembre de 2007
Una vez que la poetisa alcalareña terminó su exposición, tomé la palabra y empecé agradeciendo las alabanzas, que me sonaron
a dulces halagos, de mi editor, Carlos Sanjosé, y de Mª del Águila Boge, a quien conozco desde hace apenas año y medio, pero con la que
me une una profunda amistad. Ella, que ha vencido en la vida toda clase de obstáculos -últimamente, uno muy importante-,
ha oficiado como mi mentora personal en numerosas actividades. De hecho, fue Mª del Águila quien me introdujo en el ambiente de
las Noches del Baratillo, que, desde hace cincuenta años, reúne a un grupo de personas en el ejercicio cultural y poético.
José Angel Muriel, 22 de noviembre de 2007
Después del interesante turno de preguntas, seguimos hablando con el público a la vez que tomábamos una copa y unas tapas,
por cortesía de mi editor y gracias a los solícitos amigos de Noches del Baratillo.