Discurso pronunciado por la escritora Nerea Riesco durante la presentación de La estela del Dragón celebrada en la Casa del Libro de Sevilla, el viernes 16 de abril de 2010.

Creo que, si me pusiera a recordar cada una de las actividades relacionadas con mis libros, deduciría que en el 70% de los casos el tiempo atmosférico no me ha acompañado. Independientemente de la fecha en la que se produzcan, la lluvia ha hecho aparición. El viernes volvió a ocurrir. Además, fue quizá el día que más se ensañó el mal tiempo con Sevilla en toda la semana. A pesar de ello, la sala que tiene Casa del Libro en la cuarta planta para desarrollar estas actividades se llenó.

Por eso, debo empezar esta reseña de la presentación de La estela del Dragón con un agradecimiento especial para todos los que se atrevieron a salir a la calle y desafiaron el caos del tráfico con tal de asistir a la puesta de largo de mi libro.

El comienzo del acto se demoró lo suficiente para aguardar a los posibles rezagados, puesto que se intuía que la tormenta estaba dificultando su llegada. Este lapso me permitió recibir personalmente a casi todos los que vinieron a escucharme hablar de la novela.

Primero, Nerea hizo su introducción:

Una novela no solo requiere de talento para ser escrita, sino también de un alto porcentaje de constancia y de trabajo. La escritura de una novela son muchos días de trabajo, muchos días de soledad, de mirarse a uno mismo, de estar entregado a la escritura. Esa soledad se compensa cuando uno llega a la presentación y lo muestra al mundo como cuando se bautiza a un bebé.

Empezaré diciendo que tengo mucha admiración por los escritores que son capaces de cambiar de registro, que se niegan a cerrarse puertas o a encasillarse. Normalmente, uno puede tener la tendencia o puede sentirse tentado a quedarse en un determinado género si le ha funcionado. Pero hay gente que decide seguir investigando y ahondando en el mundo de literatura y se lanza a hacer otras cosas.

Cuando conocí a José Ángel Muriel, ambos estábamos involucrados en un programa de la Diputación de Sevilla que se llama El placer de leer y que intenta fomentar la lectura entre los jóvenes de nuestra provincia. La obra de José Ángel había girado en torno al mundo juvenil y de la fantasía. De hecho, ha recibido diferentes premios dentro de ese mundo. Voy a citar unos cuantos para que veamos su recorrido amplio y cuajado de premios, que es importante señalar [...]. Como les decía, José Ángel no quería encasillarse y en esta ocasión se ha lanzado y se ha metido de lleno en el mundo de la literatura histórica con La estela del Dragón. Ya en anteriores libros, como Ladrones de Atlántida, el autor jugaba con la fantasía histórica, pero es en esta ocasión cuando se ha sumergido del todo en el género y ha utilizado las técnicas que se utilizan para tratarlo, haciendo lo que se suele hacer: aprovechar lo que ocurrió realmente para usarlo como colchón de su propia historia.

Hay varias maneras de hacer literatura histórica. Una es utilizando la historia real, otra usando simplemente un lugar y un tiempo históricos en el que meter los personajes para narrar algo que no tiene que ver con lo que ocurrió realmente. En el caso de La estela del Dragón la historia real ha servido a José Ángel Muriel para montar su propia historia, hilvanando una con la otra de tal manera que nosotros seamos incapaces de notar las costuras, que es lo complicado. El momento crítico para el escritor de novela histórica es decidir en qué punto termina la fantasía y en qué puento empieza la historia. [...]

A pesar de tratarse de una novela histórica y de que él mismo la presenta como tal, creo que ha mezclado dos géneros literarios: la novela histórica y la novela de aventuras, en la que ya estaba versado. Además, a mí me gusta. El unir géneros hace que cada lector encuentre una parte interesante en la obra. La gente que se acerque a La estela del Dragón va a aprender mucho sobre historia, pero también va a disfrutar de una aventura y se va a meter en un barco con los protagonistas.

Cuando empecé a leer la novela, tuve la sensación de encontrarme en una sala de cine viendo el comienzo de Lawrence de Arabia o de La momia. La forma de narrar de José Ángel Muriel es muy descriptiva y nos sitúa en ese entorno cinematográfico. Sería una novela que se podría llevar fácilmente al cine [...]. No solamente me he sentido sumergida en ese mundo según las descripciones del autor, sino que también ha conseguido que los personajes se hayan convertido en gente familiar para mí y yo haya querido a los personajes. Hasta tal punto que, situándome en un lugar lejano en el tiempo que nada tiene que ver con el mío, con unos personajes que no profesan la misma religión que yo y ni siquiera hablan mi idioma, me siento suficientemente identificada con ellos y, llegado el momento de la batalla con los españoles, estos me den igual. Es otra cosa que admiro de los escritores: la capacidad de meterse en el pellejo de otras personas y darle a los personajes una personalidad, una forma y creer que son de verdad y les conoces como conoces a los vecinos de la casa de al lado o a tus familiares.

Otra cosa que también me ha sorprendido de La estela del Dragón es que se ha servido de un exquisito trabajo de documentación. Sobre todo, me ha dejado asombrada la parte fuerte de la novela porque es muy difícil de documentar. Es la parte de la vida en un barco. Los términos marinos, la situación del mar, ese sabor a marejada que nos empuja por los océanos y que incluso nos hace sentirnos un poco presos de ese barco. Al final de la novela hay un glosario para que no nos sintamos despistados con el vocabulario.

Pero no solo la ambientación medida y documentada nos coloca en este mundo de misterio y aventura. También son esos personajes de los que hablaba antes, que son carismáticos y a veces sorprendentes, los que nos obligan a sentirnos cómplices de sus artimañas. Así caminaremos de la mano de Zeid el egipcio, que tiene un parche en el ojo con una historia detrás, o la bella Nadia, una mujer inteligente y valiente. Yo me fijo siempre mucho en los personajes femeninos. José Ángel Muriel utiliza una técnica usada históricamente por escritores como Lope de Vega, que es hacer que la mujer se vista de hombre para poder hacer las cosas que el hecho de estar vestida de mujer le impedirían hacer.

Zeid el egipcio y Nadia son inventados. Pero el propio Francis Drake, el personaje que da nombre a La estela del Dragón, está soberbiamente retratado y es además depositario de un misterio, el misterio que hay en la novela, el Ojo de Ashtar, una piedra preciosa del tiempo de los faraones que puede convertirse en un arma definitiva.

Con todos estos datos, lo único que me queda es recomendarles la lectura de La estela del Dragón. No solo hay historia, también hay aventuras y misterio, y hay muchas cosas curiosas sobre la vida en el mar.

Presentación de La estela del Dragón en Casa del Libro

La escritora Nerea Riesco presenta a José Ángel Muriel y su novela

Nerea Riesco, 16 de abril de 2010



A esto siguió mi propio discurso:

En primer lugar, quiero dar las gracias a Nerea, por haberme acompañado el día en que presento al público mi nuevo trabajo y que he querido que sea tan especial, junto a todos vosotros. También quiero agradecer a todos los presentes su afecto al querer compartir este momento conmigo. Y a la Casa del Libro, por acogerme de nuevo entre sus paredes.

De alguna forma, se repite la emoción y la alegre ingenuidad de hace cinco años, cuando en esta misma sala daba a conocer en Sevilla mi primera novela, Ladrones de Atlántida. En efecto, siento que estoy reviviendo aquel día con los mismos nervios, a pesar de que han cambiado muchas cosas y he dado varios pasos adelante en mi carrera como escritor profesional.

Sinceramente, uno no se siente del todo tranquilo cuando promociona una obra como esta y da la cara por ella. Es cierto que:
- Ha gustado a quienes la han leído antes de publicarla, aunque nadie la ha conocido con las numerosas pinceladas finales que le he dado después y, por tanto, el resultado definitivo está lleno de secretos para todos.
- Es cierto que mi editor ha creído que merece ser publicada y ha terminado haciéndolo, tal como me prometió hace año y medio.
- Y es cierto que no es la novela de un autor novato, aunque uno nunca termina de serlo en ningún oficio, por mucha experiencia que se acumule.

Pero no puedo evitar cierta inseguridad al estar aquí sentado ante vosotros y exponer el libro a vuestra curiosidad, sabiendo que, cuando lo leáis, cada uno de vosotros pensará cosas diferentes de él y concebirá su propia historia de La estela del Dragón. Es verdad que esta novela ha tenido mucho tiempo para madurar, como ahora os contaré.

La estela del Dragón fue escrita antes de que se publicara Ladrones de Atlántida. Pero no la consideré terminada hasta cuatro años más tarde, después de:
- incluir más detalles históricos, fruto de nuevas indagaciones,
- añadirle la primera parte, unas ochenta páginas, para presentar el escenario y los personajes adecuadamente,
- y depurar la sucesión de batallas navales que constituyen la tercera parte, para hacer la lectura suficientemente ágil sin dejar de narrar los hechos.

Mis objetivos con La estela del Dragón eran dos:
1. Divertirme mientras la escribía y divertir luego al lector.
2. Ser fiel a la historia.

Aun así, debo resaltar la fidelidad histórica de La estela del Dragón. Los protagonistas son ficticios, pero basados en la realidad de la época. Tal vez parezca que emprenden una aventura increíble, pero todo tiene fundamento y realmente era factible. El mundo del siglo XVI era más sofisticado en algunos aspectos de lo que podríamos imaginar.

Por otra parte, hay escenas que, como escritor, me atrevo a conjeturar aunque no tuvieran por qué haber ocurrido. Por ejemplo, esto pasa con la entrevista que hace el italiano Ubaldini, cronista de la Corte de Inglaterra, a uno de los personajes reales más relevantes de la novela. Ubaldini hacía este tipo de trabajo “periodístico” y no es raro que hablara con las figuras inglesas más destacadas para documentarlo todo.

También narro hechos que nunca pudieron producirse. Y así lo manifiesto en las notas complementarias para que el lector no se sienta engañado. Por ejemplo, Isabel I de Inglaterra era una mujer que no paraba quieta en su trono. Pero nunca fue más allá de Bristol. Apenas se alejó de Londres y sus alrededores. Así que era imposible que visitara la flota inglesa en Plymouth, tal como sucede en mi libro.

Pero, en general, me he preocupado por cuidar los detalles históricos. Especialmente en todo lo relativo al enfrentamiento entre españoles e ingleses en el Canal de la Mancha, que he tratado de narrar con la máxima objetividad, siguiendo el modelo de los historiadores británicos.

En fin, este era el objetivo principal del libro: contar algo que no ha sido contado antes con tanta profundidad y, además, hacerlo desde el punto de vista de unos terceros, los turcos.

No voy a extenderme más. Prefiero que seáis vosotros los que habléis, si tenéis algo que preguntarme. Os vuelvo a dar las gracias a todos y deseo que disfrutéis con el Dragón y los seguidores de su estela.